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Jugadores sin reacción, un DT con decisiones que potencian el caos y el silencio como respuesta al hartazgo del hincha

“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. River atraviesa la peor crisis futbolística de los últimos 12 años. Llega al superclásico sumergido en un océano de problemas, preguntas y malestares. Nadie se salva, nadie se rescata de este traumático momento. Ni siquiera Marcelo Gallardo, el emblemático entrenador que hoy solo se sostiene por su enorme historia. Su apático equipo no tiene ningún argumento futbolístico, sus decisiones no son acertadas y sus jugadores no responden en el campo de juego. Ayer, el Monumental se hartó tras la caída con Gimnasia y explotó en lo que pudo haber sido el último partido del año como local. Un sombrío escenario que ni el más pesimista hubiese imaginado para este 2025 que tanta expectativa generó. Ni siquiera sabe si jugará la Copa Libertadores 2026.

Ian Subiabre, titular después de dos meses. Facundo Colidio, otra vez desde el inicio -y lesionado en el primer tiempo-. Cristian Jaime, entrando a los 16 minutos y saliendo a los 62. Enzo Pérez, de capitán indiscutible a no tener minutos tras su lesión. Nacho Fernández, de titular a entrar a los 86. Santiago Lencina, de no ir al banco a jugar media hora. Giuliano Galoppo, sin entrar pese a ser el goleador del semestre con seis gritos. El presente de este River inexpresivo e inofensivo también se explica desde las decisiones caóticas del Muñeco. Un esquema que mutó entre 4-3-3 y 4-2-3-1. Un plan de juego borroso, inexplicable, con una única repetición: el desborde de Marcos Acuña, quien ejecutó 23 centros (solo 5 acertados) pese a tener a Maxi Salas durante una hora como referencia de área hasta el ingreso del desangelado Miguel Borja. Combo letal para potenciar este ánimo en niveles subterráneos, con la confianza perdida que sigue en caída libre y el técnico sin reacción.

Desde el juego, River no tiene una estructura consolidada, no posee sociedades, el mediocampo es una incógnita, no se ven automatizaciones de movimientos y acumula errores individuales propios de un equipo inocente e ingenuo. Ya ni siquiera cuenta con gol: solo marcó siete en los últimos diez partidos, de los que perdió siete, empató uno -y cayó por penales- y ganó dos contra Racing y Talleres. Hoy lo único que puede despertar motivación es alguna pincelada aislada de Juanfer Quintero. Pero además, desde lo emocional tampoco hay reacción: un gol en contra es un golpe de nocaut. Nadie se rebela. El equipo muestra una alarmante indolencia en un tiempo crítico del que no se salvan ni los referentes. ¿Quién se hace cargo? Jugadores que no parecen entender el contexto, que no transmiten ese hambre necesario y que ya generan fastidio en el hincha. Y un común denominador: ninguno habla públicamente tras cada derrota.

Gestos de incredulidad y resignación en los futbolistas de River luego de perder con GimnasiaALEJANDRO PAGNI – AFP

La noche del domingo tampoco dejó la palabra de Gallardo, quien suspendió la conferencia de prensa y analiza por estas horas si se sienta ante los micrófonos en la víspera del superclásico. Ya tras la caída en Copa Argentina con Independiente Rivadavia había alertado que había que “hacerse cargo de este momento de mierda en un año totalmente negativo”. Con contrato hasta diciembre, en el último tiempo hasta puso en duda su continuidad en 2026. Pero igualmente la salida del equipo del campo fue todo un mensaje: el Muñeco no esperó a los jugadores y se retiró rápidamente tras el pitazo final. Los futbolistas se juntaron en el centro del campo y saludaron a los hinchas en medio de los insultos y la reprobación, y fue el ayudante Matías Biscay el que los aguardó y acompañó rumbo al vestuario. Una imagen impensada.

Después de haber perdido solamente dos de los primeros 41 juegos del año, River fue derrotado en ocho de los últimos diez partidos: Palmeiras (1-2), Atlético Tucumán (0-2), Palmeiras (1-3), Riestra (1-2), Rosario Central (1-2), Sarmiento (0-1), Independiente Rivadavia (0-0 y 3-4 por penales) y Gimnasia (0-1). En el medio solo les ganó a Racing (1-0) en Rosario y a Talleres (2-0) en Córdoba. Ayer alcanzó las cuatro derrotas al hilo en el Monumental por primera vez en la historia desde la inauguración del estadio en 1938. Y quedó en riesgo su boleto a la Libertadores: hoy está tercero en la tabla anual, con 52 puntos y en puesto de repechaje. Quedó a cuatro de distancia del escolta Boca y tiene cerca a Argentinos Juniors y Riestra, ambos con 51 unidades. En las próximas dos fechas ante Boca y Vélez como visitante definirá su futuro. Si no queda entre los tres mejores de la tabla anual, solo le quedará ser campeón del Clausura o esperar que se libere un cupo para poder jugar la Copa.

Stefano Di Carlo ganó las elecciones y es el nuevo presidente de RiverNicolás Suárez

En ese contexto asumirá este lunes por la tarde la nueva comisión directiva que encabezará Stefano Di Carlo: el sábado fue elegido como presidente con el 61,77% de los votos para la continuidad del bloque oficialista que encabezaron Rodolfo D’Onofrio y Jorge Brito durante los últimos 12 años. Un apoyo del socio sostenido en la gestión estructural del club, más allá de la oscura actualidad deportiva. El mandato de Di Carlo comenzará con la imperiosa necesidad de torcer el rumbo futbolístico sin conocer qué sucederá con el futuro de Gallardo, la cabeza absoluta del proyecto. Su primer partido oficial como presidente será contra Boca el domingo a las 16.30 en la Bombonera. River llegará herido y debilitado como hace 12 años no sucedía. Un superclásico que quedará marcado a fuego. Para bien o para mal.

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