“Extraño la mirada de los niños. Sé que no los puedo abrazar pero ese ida y vuelta que uno genera con los alumnos no tiene explicación y en ese vínculo se logran aprendizajes óptimos”.
La maestra jardinera Zulma Ojeda es una de los 24 docentes que hoy se reencontrará –luego de más de un año- con sus alumnos de escuela 215 Virgen La Merced de Altos de Anfama.
Las lágrimas contenidas. La emoción que se quiere escapar del corazón. La felicidad de volver a estar en un aula. La pasión para que sus alumnos aprendan cada día más. Son sentimientos encontrados y que sin lugar a dudas es una copia fiel de sus compañeros.
Después de tantos meses de virtualidad y ausencia por la pandemia de coronavirus, hoy reaparecerán los rostros sonrientes de los alumnos. Así lo espera Carlos Reynoso, un docente de 27 años oriundo de San José de Chasquivil, que ansía subirse al helicóptero para poder seguir con su vocación, la que eligió «para sacar adelante a los chicos de alta montaña porque ellos se lo merecen».
Trabajar como docente de alta montaña siempre fue sinónimo de esfuerzo por las distancias. “Habitualmente llegamos a caballo y cruzamos ocho o nueve veces el río. En esta ocasión es imposible hacerlo porque a raíz de las tormentas hubo muchas crecidas y es imposible cruzarlo”, dice Ojeda.
Al igual que su colega, la docente se lleva a la montaña, varios proyectos para retomar los aprendizajes del año pasado y reforzarlos. “Hay muchas cosas que quedaron en blanco porque la conectividad era mala y este año, con los protocolos correspondientes, queremos volver a generar ese espacio lúdico en la alta montaña”, cuenta Zulma.
La directora de la escuela, Alicia Orellana, también está formada en la fila para subirse al helicóptero. «Ya queremos este reencuentro con los alumnos. Ellos y nosotros lo necesitamos», afirma la docente que demuestra hacer su trabajo con alegría para, como asegura, “garantizar el derecho a la educación de las poblaciones rurales más aisladas de la provincia”.
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