El documento “Balances y Perspectivas para la Toma de Decisiones Estratégicas” muestra que en marzo, la actividad creció 5,6% interanual, marcando “la salida técnica de la recesión”, aunque el retroceso de 1,8 % mensual advierte que “el rebote aún es frágil”.
El panorama macro se estabiliza: hay superávit fiscal, reservas en alza y se cumplen metas con el FMI. La inflación se desacelera más rápido de lo previsto y el tipo de cambio se mantiene estable. Pero bajo esa superficie ordenada, persisten tensiones nominales, con inflación alta, salarios que no alcanzan, y el dólar bajo presión.
El repunte económico es sectorial y desigual: lidera la intermediación financiera (+29,3 %), mientras la industria y el empleo formal siguen rezagados. En marzo se perdieron casi 75.000 puestos registrados, especialmente en construcción e industria. La tasa de desempleo ya roza el 8 %, con picos superiores en el conurbano y el interior.
En el frente del consumo, los supermercados muestran una mejora estadística (+8,9 % interanual en abril), pero desde una base bajísima. El consumo mayorista cae, las PyMEs se achican, y la industria solo opera al 56,6 % de su capacidad instalada.
“La economía crece, pero con bases frágiles: el rebote se explica por el agro, el petróleo y el sistema financiero, mientras que el consumo, la industria y el empleo siguen rezagados. La inflación baja, pero no logra reactivar la demanda. Las reservas crecen por deuda, no por exportaciones. La industria PyME sigue en crisis y la recuperación aún no se siente en la mayoría de los hogares. Sin inversión productiva ni mejora del ingreso real, el escenario es de estabilización parcial”, expresó el IPA a modo de conclusión.