⚖️👩‍⚖️ La Corte Suprema intervendrá en el caso de la joven que aseguró que su madre la obligó a denunciar a su padre por abuso

En la provincia argentina de Tucumán, se desarrolla un drama judicial desgarrador que tiene como protagonista a una joven, S.A.R., quien ha emprendido una lucha titánica para liberar a su padre de una condena de 13 años de prisión, una sentencia que ella misma, bajo coacción, contribuyó a forjar. Con una voz cargada de emoción y determinación, la joven hace una promesa inquebrantable: «Consagraré todos mis esfuerzos a la causa de la justicia, incluso si ello implica poner en riesgo mi propia existencia». Su testimonio desvela un pasado de manipulación y violencia doméstica extrema, donde su madre, E.R.P., la sometía a brutales agresiones físicas con el único fin de obligarla a falsificar una acusación de abuso sexual contra su padre, F.R.R., de 43 años, silenciando a gritos sus súplicas por señalar al verdadero responsable: un vecino.

Los letrados defensores, Silvia Furque y Cergio Morfil, han interpuesto un recurso ante el máximo tribunal provincial, la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. Este procedimiento judicial saca a la luz un escenario familiar destrozado por la maquinación perversa de una madre, quien en octubre de 2015 formalizó una denuncia alegando que su ex pareja había violado a su hija entre los 5 y 6 años de edad, aprovechando su soledad en el hogar. La madre sostenía haber tenido conocimiento de los hechos a través del relato de la adolescente, entonces de 15 años.

No obstante, la realidad que S.A.R. ahora revela entre lágrimas es diametralmente opuesta y estremecedora: «Fue mi madre quien orquestó todo este calvario, yo nunca presenté esa denuncia», confiesa. Describe un ciclo continuo de adoctrinamiento y terror, donde cualquier intento de revelar la verdadera identidad del agresor era sofocado con furiosos golpes. Este clima de miedo llegó hasta la instancia de la Cámara Gesell, donde la psicóloga Liliana Arias, si bien identificó indicios de abuso, no percibió indicadores de sugestión parental. S.A.R. recuerda con horror aquella evaluación, para la cual vistió una gruesa campera con el propósito de ocultar el mapa de moretones y hematomas que cubría su cuerpo, marcas tangibles de las palizas recibidas para asegurar su falso testimonio contra su progenitor.

El juicio oral, celebrado en septiembre de 2019, fue el escenario donde F.R.R. proclamó su inocencia, argumentando que la acusación era una «invención cruel» producto del resentimiento de su ex pareja por la separación, decisión que él tomó para proteger a sus hijos del constante conflicto conyugal. En su defensa, aportó el testimonio de familiares que sugerían que la posible víctima había sido en realidad el nieto de la propietaria de una vivienda donde residieron. A pesar de sus alegatos, el tribunal lo halló culpable, imponiéndole una pena de 13 años de reclusión y, con ella, la separación forzosa de sus hijos.

Un punto de inflexión crucial ocurrió en marzo de 2021, cuando S.A.R., con apenas 16 años, realizó una llamada desesperada a la hermana de su madre, exponiendo la violencia que imperaba en su hogar. Rescatada junto a sus hermanos por su tía, la joven inició un peregrinaje por comisarías hasta llegar a la Comisaría de la Mujer. Allí, por primera vez ante una autoridad, gritó la verdad: la imputación contra su padre era una mentira fabricada. La intervención de la Dirección de Niñez y la Oficina de Violencia Doméstica permitió que relatara «el infierno» vivido y la coerción ejercida por su madre. Si bien las autoridades le ofrecieron medidas de protección, le advirtieron que carecían de competencia para revisar la sentencia penal firme. Desde entonces, ella y sus hermanos residen bajo el cuidado de su tía, lejos del entorno traumático.

S.A.R. encuentra un paralelismo y una fuente de inspiración en el emblemático caso de Pablo Ghisoni, el médico que sufrió tres años de privación de libertad —en una clínica psiquiátrica y luego en arresto domiciliario— debido a una denuncia falsa de abuso instigada por su ex esposa durante un conflicto por la tenencia de sus hijos. El giro en el caso Ghisoni se produjo cuando uno de sus hijos, ya adulto, confesó públicamente en redes sociales cómo había sido instruido desde la infancia para construir una falsa «verdad emocional» en los tribunales, lo que finalmente condujo a la absolución del padre. Ghisoni ha denunciado una parcialidad de género en el sistema judicial que, según él, privilegia la palabra de la mujer como verdad incuestionable.

Impactada por esta historia, S.A.R. contactó con Ghisoni, quien le advirtió sobre las enormes dificultades para revertir una condena. Sin embargo, esta advertencia no ha mermado su resolución. «Decidí no callar más al conocer su caso. Lucho por mi papá y por mí», afirma. Actualmente en tratamiento terapéutico desde que denunció a su madre, expresa con profunda convicción: «He comprendido que no podré sanar las heridas mientras lleve sobre mis hombros este peso de la culpa. Solo al proclamar mi verdad podré encontrar el camino para reconstruir mi vida».

Así, en el ámbito tucumano resuena el eco de una tragedia familiar que trasciende lo jurídico: una hija, atormentada por el remordimiento, se erige en defensora de su padre, exponiendo ante el mundo cómo una mentira, impuesta mediante la violencia y la manipulación, tiene el poder de arrebatar años irrecuperables de libertad y de fracturar irrevocablemente el tejido más íntimo de una familia. Su batalla se convierte en un testimonio crudo sobre las consecuencias devastadoras de la instrumentalización de los hijos en conflictos de adultos y en una demanda urgente de revisión de mecanismos judiciales para evitar que inocentes paguen con su vida por falsedades.


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